Asi vio Federico el nacimiento de un hombre.
	Sigo mi proyecto Federico Garcia Lorca
	 
	ADAN
	Árbol de Sangre riega la mañana
	por donde gime la recién parida.
	Su voz deja cristales en la herida
	y un gráfico de hueso en la ventana.
	Mientras la luz que viene fija y gana
	blancas metas de fábula que olvida
	el tumulto de venas en la huida
	hacia el turbio frescor de la manzana,
	Adam sueña en la fiebre de la arcilla
	un niño que se acerca galopando
	por el doble latir de su mejilla.
	Pero otro Adán oscuro está soñando
	neutra luna de piedra sin semilla
	donde el niño de luz se irá quemando.